FRASES PARA REFLEXIONAR

"Los escritores somos seres heridos. Por eso creamos otra realidad". Paul Auster



viernes, 11 de julio de 2014

POETICA PUPILUUM (II)


UN ENCUENTRO SORPRENDENTE.

CAPÍTULO I.

Se levantó de la cama más temprano que nunca. Se sentó frente al armario y miró qué podría ponerse. Estaba desanimado, así que cogió lo primero que vio y se lo puso. Rápidamente, salió de su casa y se aseguró de haber cerrado bien la puerta, luego bajó por las escaleras. Allí se encontró con su vecina, con la cual tuvo que pararse un buen rato a charlar a pesar de que se le hacía tarde. Por fin pudo salir del bloque y se dirigió a su coche. Se montó en su vehículo y antes de arrancar se abrochó el cinturón, pues no se fiaba de los demás conductores, ni de sí mismo. Llegó a su trabajo y saludó a todos al llegar aunque en el fondo no quería tener ninguna relación con ellos.
Le encantaba su trabajo, pero aquel día tenía la cabeza llena de recuerdos negativos que casi no le dejaban respirar con tranquilidad. Años atrás había sido el hombre más feliz del planeta pero hacía un año la humillación más abominable le llegó con nombre de mujer. Ella le hizo sentir un hombre que no valía nada, un simplón sin más, y ahora ella se abrazaba a otro cuerpo como él deseaba que abrazara el suyo, permanentemente abandonado desde entonces.

CAPÍTULO II.


Se acercaba la hora de volver a casa y, como de costumbre, revisó que cada papel estuviera en el sitio correspondiente. Tras su revisión habitual se puso la chaqueta, se despidió de sus compañeros de trabajo—con cordialidad sin más—y volvió a su casa en su auto.
Era viernes y siempre le gustaba ver una novela que emitían ese día de la semana, pero aquella noche pusieron fútbol. Vaya día que llevaba, pues no le hacía mucha gracia eso de ver a once tíos corriendo detrás de una pelota. Estaba aburrido y necesitaba hacer algo para evadirse de sus pensamientos, que le hundían más a sí mismo. Se decidió a coger el ordenador. Entró en varías páginas que solía visitar, pero todas le parecían aburridas. Justo antes de cerrar el ordenador le apareció en la pantalla un recuadro de publicidad: <<Chat, conoce a tu media naranja>>. ¿Media naranja?...Tristán no sabía ni si creía ya en eso, pero se dijo a sí mismo: <<¿Por qué no?>>. Ahora no era el mismo, era otro, él quería ser otro. Y sin pensarlo más, se registró y empezó a investigar.
Rápidamente vio varias solicitudes de amistad, pero ninguna le pareció interesante hasta que vio una que sí, esa sí que podría valer. Pinchó en su foto para verla bien; morena, pelo largo y ondulado, una sonrisa impecable y ojos grandes y marrones—muy llamativos para su gusto—. Era una chica totalmente distinta a... ¡Bueno, el pasado, pasado queda!, se dijo. Le mandó una solicitud de amistad y ella enseguida contestó: <<Hola, q tal como t llamas?>>. La conversación se extendió durante toda la noche,  pero la sorpresa llegó al día siguiente.
                                Paola Ríos Fernández(Sevilla)

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